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"La corredora de Montevideo" (1995), Clara Gangutia
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Siempre sueña y apunta más alto de lo que pienses que puedes llegar.
No te preocupes por ser mejor que los que te rodean. Intenta ser mejor que tú
mismo.
William Faulkner es no
de los novelistas estadounidenses más importantes de este siglo, famoso
por sus cerca de veinte novelas en las que retrata el conflicto trágico
entre el viejo y el nuevo sur de su país. Nació en
New Albany (Mississippi) el 25 de septiembre de 1897 y creció en las
cercanías de Oxford. En 1915 abandonó el colegio, que detestaba, para
trabajar en el banco de su abuelo. En la I Guerra Mundial ingresó en las
fuerzas aéreas de Canadá sin llegar nunca a entrar en acción. A su
regreso ingresó como veterano en la Universidad de Mississippi, que
pronto abandonó para dedicarse a escribir viviendo de trabajos
ocasionales.
En 1924 publicó por su cuenta El fauno de mármol, un libro de
poemas poco originales. Al año siguiente viajó a Nueva Orleans donde
trabajó como periodista y conoció al escritor de cuentos estadounidense
Sherwood Anderson, que le ayudó a encontrar un editor para su primera
novela, La paga de los soldados (1926), y le convenció para que
escribiera acerca de la gente y los lugares que conocía mejor. Después de
un breve viaje por Europa volvió a casa y comenzó a escribir su serie de
novelas barrocas e inquietantes, ambientadas en el condado ficticio de
Yoknapatawpha (inspirado en el condado de Lafayette, Mississippi),
habitándolo con sus propios antepasados, indios, negros, oscuros
ermitaños provincianos y groseros blancos pobres. En la primera de estas
novelas, Sartoris (1929), caracterizó al coronel Sartoris como
su propio bisabuelo, William Cuthbert Falkner, soldado, político,
constructor ferroviario y escritor.
El año 1929 fue crucial para Faulkner. A Sartoris siguió El ruido y la furia,
novela que confirmó su madurez como escritor. Aunque sus libros
recibieron buenas críticas, sólo se vendió bien Santuario (1931).
Gracias al éxito del libro encontró trabajo, bastante
más lucrativo, como guionista de Hollywood, lo que por un tiempo le
liberó de escribir las novelas que su poderosa imaginación le dictaba.
Faulkner exige mucho a sus lectores. Para crear una atmósfera determinada, sus frases complejas y enrevesadas se alargan durante más de una página y, jugando con el tiempo de la narración, ensambla relatos, experimenta con múltiples narradores e interrumpe el discurso narrativo con divagantes monólogos interiores. Sus logros fueron reconocidos internacionalmente en 1949 al concedérsele el Premio Nobel de Literatura. Continuó escribiendo, tanto novelas como cuentos, hasta su muerte en Oxford, el 6 de julio de 1962. Entre sus obras principales se encuentran Mientras agonizo (1930), Luz de agosto (1932), ¡Absalom, Absalom! (1936), Los invictos (1938), El villorrio (1940), Desciende Moisés (1942), Intruso en el polvo (1948), Una fábula (1954, Premio Pulitzer de 1955), La ciudad (1957), La mansión (1959) y Los rateros (1962), también ganadora de un Premio Pulitzer.
Faulkner exige mucho a sus lectores. Para crear una atmósfera determinada, sus frases complejas y enrevesadas se alargan durante más de una página y, jugando con el tiempo de la narración, ensambla relatos, experimenta con múltiples narradores e interrumpe el discurso narrativo con divagantes monólogos interiores. Sus logros fueron reconocidos internacionalmente en 1949 al concedérsele el Premio Nobel de Literatura. Continuó escribiendo, tanto novelas como cuentos, hasta su muerte en Oxford, el 6 de julio de 1962. Entre sus obras principales se encuentran Mientras agonizo (1930), Luz de agosto (1932), ¡Absalom, Absalom! (1936), Los invictos (1938), El villorrio (1940), Desciende Moisés (1942), Intruso en el polvo (1948), Una fábula (1954, Premio Pulitzer de 1955), La ciudad (1957), La mansión (1959) y Los rateros (1962), también ganadora de un Premio Pulitzer.
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